lunes, 3 de marzo de 2014

Capítulo 4 (ST)

Narrado por María
Los días posteriores pasaron rápido, demasiado para mi gusto, Dani se iría mañana sin fecha fija de regreso. No es que hayamos estado desperdiciando el tiempo, al contrario, lo hemos aprovechado todo lo posible estando los dos solos, pero sin embargo hay miles de cosas que aún no hemos hecho y que me moriría por hacer, pero ya no hay tiempo suficiente. Sé que tengo que tener esperanzas, pero ¿quién en mi situación no pensaría como yo? Yo creo que nadie, siempre está ese miedo que te carcome por dentro y no te permite hacer mucho. Inés y Carlos, además de estar juntos tras estar separados tanto tiempo, han estado con Dani y conmigo, ahora sí estamos como antes, los cuatro juntos siendo uno, como debía ser. Pero ya está anocheciendo y mañana en la madrugada Dani cogería el barco para viajar a Portugal, luchaba por no derramar las lágrimas que luchaban por salir de mis ojos, pero tarde o temprano acabaría cediendo.
-¿Lo tienes todo listo Dani?- Preguntó mi padre y Dani no hizo más que asentir apretándome la mano con mucha fuerza- Bien, os dejo solos- Dijo saliendo de la habitación.-
Las lágrimas no tardaron en salir, sin hacer el más mínimo ruido Dani me abrazó hundiendo su cabeza en mi cuello y así permanecimos inmóviles, de vez en cuando escuchaba a Dani sollozar sabiendo que estaba llorando. Seguimos poco tiempo más así hasta que Dani rompió el abrazo para mirarme directamente a los ojos, lo observé, sus ojos azules ahora con tonos rojizos por el llanto me observaban sin expresión alguna.
-¿Qué haces?- Le pregunté.-
-Observar cada detalle tuyo, quiero recordar cada milímetro de ti cuando esté allí- Dijo tras unos segundos de silencio que se me hicieron eternos.-
No hubo más conversación, para qué, me miraba y le miraba y nada más existía a nuestro alrededor. Algunas personas se sentirían incómodas al estar así, pero no es mi caso, me sentía bien, muy bien.
-No quiero que me vaya y tener un recuerdo de los dos llorando, no quiero que nuestra despedida sea así.-
-¿Y cómo quieres que sea?.-
-Quiero tu sonrisa, María. Una vez más.-
-No puedo- Dije negando con la cabeza.-
Sin decir nada más Dani se fue acercando poco a poco a mí para darme un beso, unimos nuestros labios y comenzamos amoverlos suavemente. Posó su mano en mi mejilla para profundizar un poco más y yo rodeé si cintura con mis brazos. Sin separarse dio un paso hacia atrás lo que me hizo a mí avanzar hasta que se paró y comenzó a echarse hacia atrás arrastrándome con él. Estábamos tumbados en la cama, yo sobre él. Bajó su mano por mi cuello, por mis hombros, por mi espalda hasta llegar a mi cadera, posó una mano ahí y volvió a subir la otra al cierre de mi vestido comenzando a desatarlo. Yo, por mi parte, desplacé una mano al borde de su camiseta y comencé a subirla. Ambos necesitábamos esto. Mientras él se deshacía lentamente de mi vestido yo le quitaba poco a poco su ropa hasta quitarla completamente. En un giro inesperado se colocó sobre mí y comenzó a dejarme húmedos besos en el cuello mientras yo enredaba mis manos en su pelo.
-Te amo- Sonrió.-
-Yo también- Hice un intento por sonreír.-
Y segundos más tarde fuimos uno, diciéndonos lo mucho que nos amábamos, lo mucho que nos necesitábamos, lo mucho que no echaríamos de menos.

 {...}

Caímos rendidos respirando entrecortadamente, Dani me abrazó por la cintura apretándome hacia él y a mí no se me borraba la sonrisa de la cara.
-Así es como quiero recordarte, feliz- Me besó la nariz.-
-Te quiero.-
-Te amo.-
Tras seguir unos minutos más con una de nuestras conversaciones cursis nos fuimos a dormir.
Desperté, no sé muy bien qué hora sería exactamente, solo sé que al girarme Dani ya no estaba, se ha ido. Me quedé allí tumbada un rato más pensando en a saber qué mientras esperaba que el sol se hiciera más fuerte. Un fuerte ruido me desconcentró, la puerta.
-¿Quién es?.-
-¿Estás despierta?- Se asomó Inés.-
-Pasa- Dije sentándome- Dime.-
-Pensé que estarías, no sé, deprimida y he venido para animarte un poco. Después dirás que soy mala hermana- Dijo riéndose endose en lo último.-
-Estoy bien, en serio- Me miró- Pero no me importaría pasar el día contigo.-
-Pues vamos a desayunar que tengo hambre- Se levantó de un salto y salió e inmediatamente la seguí.-
Al bajar no había ni un alma, que raro, desayunamos en silencio y nos dirigimos a los establos para dar un paseo en caballo.
-¿Dani se despidió de ti?- Le pregunté ensillando a mi precioso caballo color canela con una mancha blanca en el ojo derecho.-
-Sí- Dijo en apenas un susurro.-
-¿Por qué no me dijo nada?.-
-Supongo que no quería despertarte, porque si me lo dijo era porque estaba despierta con Carlos; y aparte, creo que también era para irse bien, quiero decir, que no creo que al despertarte y tu poniéndote triste sea lo mejor para que Dani se vaya, porque se hubiera quedado contigo- Lo que dice tiene sentido , pero me hubiese gustado que me hubiese dicho algo. Es cierto que me hubiese quedado mal, pero por lo menos algo.-
-Anda, dejemos los dramas a un lado y vamos a montar- Dijo Inés subiendo a su caballo.-
Imité su gesto y monté, segundo después pusimos rumbo hacia el bosque. Nos adentramos poco a poco hacia lo más profundo de aquel siniestro lugar.
-¿Y dónde dejaste a Carlos? ¿Con Alba?- Caí de repente.-
-Ni loca. Se fue a pasar el día con Paula y David, su hermana está embarazada y creo que él está mas pendiente del niño que David.-
-Carlos algún día será un gran padre- Le comencé a mandar una indirecta.-
-Sí, la verdad es que sí- Dijo con su sonrisa tonta.-
-Y a mí me encantaría ser tía- Creo que lo pilló porque su cara cambió rápidamente.-
-¿Qué? ¡María! ¡No! Quiero decir... ¡Cállate!- Se puso roja y yo no podía parar de reír- ¡Pero no te rías!.-
-Es que n...no puedo- Seguí riendo mientras intentaba calmarme. Imposible- Deberías haber visto tu cara.-
-Pues que sepas que...- Se calló de repente- ¡María cállate!- Tuve que callarme de repente porque su cara y su voz no iban para nada con nuestra animada conversación- Escucha.-
Nos quedamos inmóviles y controlando la respiración para que no se escuche ni un suspiro. Me concentré completamente y no se escuchaba nada, ¿qué mosca le ha picado? Me puse a escuchar otra vez a ver si ahora lograba captar lo que Inés me decía, pero no había ni un solo sonido.
-No se oye...- Me interrumpe.-
-Sh, escucha. Son como galopes de caballo.-
Volví a mi posición anterior para percibir el sonido, para Inés es fácil porque tiene el oído muy desarrollado, pero yo soy normal. Seguía todo en silencio, demasiado silencio. Comencé a escuchar un pequeño ruido, no sé exactamente de qué ni de que dirección proviene; esperé un poco más y, exactamente, ahí se escuchaban los galopes de un caballo aproximándose. No entiendo que tiene de malo, este bosque es perfecto para galopar y cerca de aquí hay un buen sitio para que los caballos pasten, sin embargo, este caballo que se acerca tiene un trote diferente a cuando se va de paseo.
Permanecimos así pocos segundos más hasta que escuchamos un estruendo muy fuerte. Un disparo.
Miré hacia atrás y divisé el agujero de bala en un árbol muy próximo a mí, ese disparo iba dirigido a mí.
-Inés, hay que salir de aquí, ya- Dije tratando de parecer calmada.-
Ella no respondió, cogió bien las riendas del caballo y se giró.
Sonó un nuevo disparo, el caballo, mejor dicho, los caballos, estaban cada vez más cerca y los disparos se hacía más seguidos. Cuando una bala cayó cerca del caballo de Inés ahí es cuando reaccionó.
-¡Inés! ¡Ya!.-
Nos agarramos bien a los caballos y salimos galopando de allí, pero los caballos estaban cada vez más cerca de nosotras, nos estaban persiguiendo, ¿por qué? Seguimos sin rumbo, nos habíamos perdido, pero lo único que nos importaba era perder de vista a los tipos que nos seguían.
El sol brillaba en todo lo alto y ni los caballos ni los disparos cesaban. Lo bueno es que habíamos tomado mucha delantera y estaban bastante lejos de nosotras. Giré la cabeza para ver a Inés y la vi caerse del caballo, frené en seco y bajé.
-¡Inés! ¿Te han dado?- Dije acercándome lo más deprisa que pude.-
-No.-
-¿Entonces?- Observé a su caballo, tumbado en el suelo.-
Inés se acercó lentamente hacia él, le acarició y suavemente le levantó una pata.
-Le han dado en la pata, no puede seguir- Dijo acariciándole.-
-Monta a mi caballo, te sacaré de aquí.-
-No voy a dejarle tirado, María.-
-Pero nos van a encontrar.-
-Me da igual, no voy a abandonarle.-
Se levantó y comenzó a levantar a Midnight, su caballo, recuerdo que le puso ese nombre porque se lo encontró una noche de luna llena cuando era un potro, y además porque es negro como la noche. Lo puso de pie y cogió las riendas comenzando a caminar unos pasos y volver.
-Puede andar pero cojea un poco, no creo que pueda seguir galopando.-
Cogí a True, mi caballo, de la misma forma y comenzamos a andar. Los que nos perseguían seguían detrás nuestra y no tardarían en cogernos si vamos a este paso, pero no podemos hacer otra cosa.
Cuando escuchamos los caballos más cerca nos escondimos en un gran matorral que había.
-¿Dónde se han metido?.-
-No lo sé, ¿seguro que vinieron por aquí?.-
-Pues claro que sí, idiota. Vamos, no habrán ido muy lejos.-
Esperamos un poco hasta que el sonido desapareció y pudimos salir.
-¿Quiénes eran?- Pregunté.-
-No lo sé. Vamos, tenemos que volver y curar a Midnight.-
-No sé volver.-
-Encontraremos el camino.-
Caminábamos por el bosque descansando un poco porque Midnight lo necesitaba. Creo que íbamos caminando en círculos, porque cada vez que andábamos me sonaba haber pasado por allí. Ya estaba anocheciendo, ¿ya? ¿Hemos pasado aquí todo el día? Con razón tengo tanta hambre. Seguimos nuestro “rumbo” hasta que volvimos a escuchar los caballos. ¿Cómo huiríamos? Ya no había nada que hacer, todo estaba perdido, lo sé, soy muy dramática. El caballo ya nos pisaba los talones, me atrevería a decir que está justo detrás de nostras. El caballo se paró a nuestras espaldas, y el tipo que lo montaba se bajó de éste acercándose a nosotras.
-Por fin os encuentro.-
Narrado por Dani
Aquí estoy, en un barco camino a Portugal. Me hubiese gustado que María estuviera despierta cuando me marché, pero era mejor dejarla durmiendo. Si llego a mirar sus ojos sería capaz de quedarme, así que tras decirle un “te amo” y darle un beso me marché. Por suerte me dio tiempo a coger su pulsera, una pulsera que no se quitaba para nada y era muy especial para ella, me contó que se la regaló una cuidadora que tuvo cuando su madre murió y era la única persona, aparte de Inés, que le había sacado una sonrisa tras su muerte. Ahora mismo la apretaba fuertemente entre mis manos, sentía que estaba conmigo, que cuando esté en plena acción me ayudará a concentrarme y a vencer para regresar a su lado. Solo espero que esté bien y que confíe en mí.
-Novato, cuando estemos allí quiero que te concentres, dejaste todo lo que se tenía que quedar en tierra, ahora no hay distracciones, no hay amores, no hay amigos, no hay nada. Una vez en el campo de batalla todos son tus enemigos, no te relajes ante nadie, lo más probable es que sea una trampa. Buena suerte- Me dijo el Capitán. Yo solamente asentí.-
Respiré hondo y me apoyé en la barandilla del barco para observar como el barco rompe las olas del mar que antes estaba tan tranquilo. Me quedé unos segundos sin pensar en nada. Miré una vez más la pulsera y me la puse. María, volveré. Te lo prometí.

{...}

El barco atracó en la orilla y la gente bajaba rápidamente, no sé que ganas tienen de llegar para lo que espera. Bajé del barco para encontrarme con una gran explanada llena de tropas acampadas, eran muchísimas y había muchísima gente. En total éramos miles de personas porque utilizamos diez barcos con más de doscientas personas por cada uno, ¿en serio era tan imprescindible? Sea cual sea la respuesta no hay marcha atrás. Cuando ya estuvimos acampados nos quedamos alerta, podían atacar en cualquier momento. La guerra ha comenzado.
-¡Escuchadme españoles, Portugal nunca se rendirá, sois demasiado pocos para vencernos! ¿¡No os acordáis lo que pasó hace diez años!? ¿¡Tenéis el valor de venir de nuevo!? ¡Bien, buena suerte, la necesitaréis!- Dijo el Capitán del ejército portugués.-

Tras esas palabras sonó la bocina que indicaba la salida. Todos estábamos listos sobre los caballos, defendidos con una armadura y con espada en mano. Yo, que estaba en primera fila observaba todo el ejército que teníamos delante de nuestros ojos, nos doblaban o triplicaban en número, ¿en serio teníamos posibilidades? Eché un último vistazo a la pulsera y adelanté con mi caballo. Miré al frente y había muchísima gente luchando ya, todo era un grandísimo baño de sangre; Habían pasado apenas cinco minutos y ya había una cantidad abundante de muertos. Respiré hondo y tragué saliva, comencé a galopar hacia el centro preparado para todo lo que pase. El único problema era que en los ensayos no había que matar a personas pero aquí sí, puede que otras personas sí, pero yo no puedo mirar a una persona a los ojos y luego quitarle la vida, simplemente no puedo. Pero tendré que hacerlo si quiero vivir algo más de un día aquí. Antes de lo que imaginaba me encontraba en medio de la gente esquivando los golpes que otros trataban de darme. Sonó un cañonazo por parte de los portugueses, luego otro, nos estaban bombardeando. Miré al cielo y divisé una bala de cañón aproximándose cada vez más y a más velocidad, cogí el caballo y me fui rápidamente. Ahora toca seguir luchando y no dejarse vencer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario