Narrado por
María
Los días
posteriores pasaron rápido, demasiado para mi gusto, Dani se iría mañana sin
fecha fija de regreso. No es que hayamos estado desperdiciando el tiempo, al
contrario, lo hemos aprovechado todo lo posible estando los dos solos, pero sin
embargo hay miles de cosas que aún no hemos hecho y que me moriría por hacer,
pero ya no hay tiempo suficiente. Sé que tengo que tener esperanzas, pero
¿quién en mi situación no pensaría como yo? Yo creo que nadie, siempre está ese
miedo que te carcome por dentro y no te permite hacer mucho. Inés y Carlos,
además de estar juntos tras estar separados tanto tiempo, han estado con Dani y
conmigo, ahora sí estamos como antes, los cuatro juntos siendo uno, como debía
ser. Pero ya está anocheciendo y mañana en la madrugada Dani cogería el barco
para viajar a Portugal, luchaba por no derramar las lágrimas que luchaban por
salir de mis ojos, pero tarde o temprano acabaría cediendo.
-¿Lo tienes
todo listo Dani?- Preguntó mi padre y Dani no hizo más que asentir apretándome
la mano con mucha fuerza- Bien, os dejo solos- Dijo saliendo de la habitación.-
Las
lágrimas no tardaron en salir, sin hacer el más mínimo ruido Dani me abrazó
hundiendo su cabeza en mi cuello y así permanecimos inmóviles, de vez en cuando
escuchaba a Dani sollozar sabiendo que estaba llorando. Seguimos poco tiempo
más así hasta que Dani rompió el abrazo para mirarme directamente a los ojos,
lo observé, sus ojos azules ahora con tonos rojizos por el llanto me observaban
sin expresión alguna.
-¿Qué
haces?- Le pregunté.-
-Observar
cada detalle tuyo, quiero recordar cada milímetro de ti cuando esté allí- Dijo
tras unos segundos de silencio que se me hicieron eternos.-
No hubo más
conversación, para qué, me miraba y le miraba y nada más existía a nuestro
alrededor. Algunas personas se sentirían incómodas al estar así, pero no es mi
caso, me sentía bien, muy bien.
-No quiero
que me vaya y tener un recuerdo de los dos llorando, no quiero que nuestra
despedida sea así.-
-¿Y cómo
quieres que sea?.-
-Quiero tu
sonrisa, María. Una vez más.-
-No puedo-
Dije negando con la cabeza.-
Sin decir
nada más Dani se fue acercando poco a poco a mí para darme un beso, unimos
nuestros labios y comenzamos amoverlos suavemente. Posó su mano en mi mejilla
para profundizar un poco más y yo rodeé si cintura con mis brazos. Sin separarse
dio un paso hacia atrás lo que me hizo a mí avanzar hasta que se paró y comenzó
a echarse hacia atrás arrastrándome con él. Estábamos tumbados en la cama, yo
sobre él. Bajó su mano por mi cuello, por mis hombros, por mi espalda hasta
llegar a mi cadera, posó una mano ahí y volvió a subir la otra al cierre de mi
vestido comenzando a desatarlo. Yo, por mi parte, desplacé una mano al borde de
su camiseta y comencé a subirla. Ambos necesitábamos esto. Mientras él se
deshacía lentamente de mi vestido yo le quitaba poco a poco su ropa hasta
quitarla completamente. En un giro inesperado se colocó sobre mí y comenzó a
dejarme húmedos besos en el cuello mientras yo enredaba mis manos en su pelo.
-Te amo-
Sonrió.-
-Yo
también- Hice un intento por sonreír.-
Y segundos
más tarde fuimos uno, diciéndonos lo mucho que nos amábamos, lo mucho que nos
necesitábamos, lo mucho que no echaríamos de menos.
{...}
Caímos
rendidos respirando entrecortadamente, Dani me abrazó por la cintura
apretándome hacia él y a mí no se me borraba la sonrisa de la cara.
-Así es
como quiero recordarte, feliz- Me besó la nariz.-
-Te
quiero.-
-Te amo.-
Tras seguir
unos minutos más con una de nuestras conversaciones cursis nos fuimos a dormir.
Desperté,
no sé muy bien qué hora sería exactamente, solo sé que al girarme Dani ya no
estaba, se ha ido. Me quedé allí tumbada un rato más pensando en a saber qué
mientras esperaba que el sol se hiciera más fuerte. Un fuerte ruido me
desconcentró, la puerta.
-¿Quién
es?.-
-¿Estás
despierta?- Se asomó Inés.-
-Pasa- Dije
sentándome- Dime.-
-Pensé que
estarías, no sé, deprimida y he venido para animarte un poco. Después dirás que
soy mala hermana- Dijo riéndose endose en lo último.-
-Estoy
bien, en serio- Me miró- Pero no me importaría pasar el día contigo.-
-Pues vamos
a desayunar que tengo hambre- Se levantó de un salto y salió e inmediatamente
la seguí.-
Al bajar no
había ni un alma, que raro, desayunamos en silencio y nos dirigimos a los
establos para dar un paseo en caballo.
-¿Dani se
despidió de ti?- Le pregunté ensillando a mi precioso caballo color canela con
una mancha blanca en el ojo derecho.-
-Sí- Dijo
en apenas un susurro.-
-¿Por qué
no me dijo nada?.-
-Supongo
que no quería despertarte, porque si me lo dijo era porque estaba despierta con
Carlos; y aparte, creo que también era para irse bien, quiero decir, que no
creo que al despertarte y tu poniéndote triste sea lo mejor para que Dani se
vaya, porque se hubiera quedado contigo- Lo que dice tiene sentido , pero me
hubiese gustado que me hubiese dicho algo. Es cierto que me hubiese quedado
mal, pero por lo menos algo.-
-Anda,
dejemos los dramas a un lado y vamos a montar- Dijo Inés subiendo a su
caballo.-
Imité su
gesto y monté, segundo después pusimos rumbo hacia el bosque. Nos adentramos
poco a poco hacia lo más profundo de aquel siniestro lugar.
-¿Y dónde
dejaste a Carlos? ¿Con Alba?- Caí de repente.-
-Ni loca. Se
fue a pasar el día con Paula y David, su hermana está embarazada y creo que él
está mas pendiente del niño que David.-
-Carlos
algún día será un gran padre- Le comencé a mandar una indirecta.-
-Sí, la
verdad es que sí- Dijo con su sonrisa tonta.-
-Y a mí me
encantaría ser tía- Creo que lo pilló porque su cara cambió rápidamente.-
-¿Qué? ¡María!
¡No! Quiero decir... ¡Cállate!- Se puso roja y yo no podía parar de reír- ¡Pero
no te rías!.-
-Es que
n...no puedo- Seguí riendo mientras intentaba calmarme. Imposible- Deberías
haber visto tu cara.-
-Pues que
sepas que...- Se calló de repente- ¡María cállate!- Tuve que callarme de
repente porque su cara y su voz no iban para nada con nuestra animada
conversación- Escucha.-
Nos quedamos
inmóviles y controlando la respiración para que no se escuche ni un suspiro. Me
concentré completamente y no se escuchaba nada, ¿qué mosca le ha picado? Me puse
a escuchar otra vez a ver si ahora lograba captar lo que Inés me decía, pero no
había ni un solo sonido.
-No se
oye...- Me interrumpe.-
-Sh, escucha.
Son como galopes de caballo.-
Volví a mi
posición anterior para percibir el sonido, para Inés es fácil porque tiene el oído
muy desarrollado, pero yo soy normal. Seguía todo en silencio, demasiado
silencio. Comencé a escuchar un pequeño ruido, no sé exactamente de qué ni de
que dirección proviene; esperé un poco más y, exactamente, ahí se escuchaban
los galopes de un caballo aproximándose. No entiendo que tiene de malo, este
bosque es perfecto para galopar y cerca de aquí hay un buen sitio para que los
caballos pasten, sin embargo, este caballo que se acerca tiene un trote
diferente a cuando se va de paseo.
Permanecimos
así pocos segundos más hasta que escuchamos un estruendo muy fuerte. Un
disparo.
Miré hacia
atrás y divisé el agujero de bala en un árbol muy próximo a mí, ese disparo iba
dirigido a mí.
-Inés, hay
que salir de aquí, ya- Dije tratando de parecer calmada.-
Ella no
respondió, cogió bien las riendas del caballo y se giró.
Sonó un
nuevo disparo, el caballo, mejor dicho, los caballos, estaban cada vez más
cerca y los disparos se hacía más seguidos. Cuando una bala cayó cerca del
caballo de Inés ahí es cuando reaccionó.
-¡Inés!
¡Ya!.-
Nos
agarramos bien a los caballos y salimos galopando de allí, pero los caballos
estaban cada vez más cerca de nosotras, nos estaban persiguiendo, ¿por qué? Seguimos
sin rumbo, nos habíamos perdido, pero lo único que nos importaba era perder de
vista a los tipos que nos seguían.
El sol
brillaba en todo lo alto y ni los caballos ni los disparos cesaban. Lo bueno es
que habíamos tomado mucha delantera y estaban bastante lejos de nosotras. Giré
la cabeza para ver a Inés y la vi caerse del caballo, frené en seco y bajé.
-¡Inés! ¿Te
han dado?- Dije acercándome lo más deprisa que pude.-
-No.-
-¿Entonces?-
Observé a su caballo, tumbado en el suelo.-
Inés se
acercó lentamente hacia él, le acarició y suavemente le levantó una pata.
-Le han
dado en la pata, no puede seguir- Dijo acariciándole.-
-Monta a mi
caballo, te sacaré de aquí.-
-No voy a
dejarle tirado, María.-
-Pero nos
van a encontrar.-
-Me da
igual, no voy a abandonarle.-
Se levantó
y comenzó a levantar a Midnight, su caballo, recuerdo que le puso ese nombre
porque se lo encontró una noche de luna llena cuando era un potro, y además
porque es negro como la noche. Lo puso de pie y cogió las riendas comenzando a
caminar unos pasos y volver.
-Puede
andar pero cojea un poco, no creo que pueda seguir galopando.-
Cogí a True,
mi caballo, de la misma forma y comenzamos a andar. Los que nos perseguían seguían
detrás nuestra y no tardarían en cogernos si vamos a este paso, pero no podemos
hacer otra cosa.
Cuando
escuchamos los caballos más cerca nos escondimos en un gran matorral que había.
-¿Dónde se
han metido?.-
-No lo sé,
¿seguro que vinieron por aquí?.-
-Pues claro
que sí, idiota. Vamos, no habrán ido muy lejos.-
Esperamos
un poco hasta que el sonido desapareció y pudimos salir.
-¿Quiénes eran?-
Pregunté.-
-No lo sé.
Vamos, tenemos que volver y curar a Midnight.-
-No sé
volver.-
-Encontraremos
el camino.-
Caminábamos
por el bosque descansando un poco porque Midnight lo necesitaba. Creo que íbamos
caminando en círculos, porque cada vez que andábamos me sonaba haber pasado por
allí. Ya estaba anocheciendo, ¿ya? ¿Hemos pasado aquí todo el día? Con razón
tengo tanta hambre. Seguimos nuestro “rumbo” hasta que volvimos a escuchar los
caballos. ¿Cómo huiríamos? Ya no había nada que hacer, todo estaba perdido, lo
sé, soy muy dramática. El caballo ya nos pisaba los talones, me atrevería a
decir que está justo detrás de nostras. El caballo se paró a nuestras espaldas,
y el tipo que lo montaba se bajó de éste acercándose a nosotras.
-Por fin os
encuentro.-
Narrado por
Dani
Aquí estoy,
en un barco camino a Portugal. Me hubiese gustado que María estuviera despierta
cuando me marché, pero era mejor dejarla durmiendo. Si llego a mirar sus ojos
sería capaz de quedarme, así que tras decirle un “te amo” y darle un beso me
marché. Por suerte me dio tiempo a coger su pulsera, una pulsera que no se
quitaba para nada y era muy especial para ella, me contó que se la regaló una
cuidadora que tuvo cuando su madre murió y era la única persona, aparte de Inés,
que le había sacado una sonrisa tras su muerte. Ahora mismo la apretaba
fuertemente entre mis manos, sentía que estaba conmigo, que cuando esté en
plena acción me ayudará a concentrarme y a vencer para regresar a su lado. Solo
espero que esté bien y que confíe en mí.
-Novato,
cuando estemos allí quiero que te concentres, dejaste todo lo que se tenía que
quedar en tierra, ahora no hay distracciones, no hay amores, no hay amigos, no
hay nada. Una vez en el campo de batalla todos son tus enemigos, no te relajes
ante nadie, lo más probable es que sea una trampa. Buena suerte- Me dijo el Capitán.
Yo solamente asentí.-
Respiré
hondo y me apoyé en la barandilla del barco para observar como el barco rompe
las olas del mar que antes estaba tan tranquilo. Me quedé unos segundos sin
pensar en nada. Miré una vez más la pulsera y me la puse. María, volveré. Te lo
prometí.
{...}
El barco
atracó en la orilla y la gente bajaba rápidamente, no sé que ganas tienen de
llegar para lo que espera. Bajé del barco para encontrarme con una gran
explanada llena de tropas acampadas, eran muchísimas y había muchísima gente. En
total éramos miles de personas porque utilizamos diez barcos con más de
doscientas personas por cada uno, ¿en serio era tan imprescindible? Sea cual
sea la respuesta no hay marcha atrás. Cuando ya estuvimos acampados nos
quedamos alerta, podían atacar en cualquier momento. La guerra ha comenzado.
-¡Escuchadme
españoles, Portugal nunca se rendirá, sois demasiado pocos para vencernos! ¿¡No
os acordáis lo que pasó hace diez años!? ¿¡Tenéis el valor de venir de nuevo!? ¡Bien,
buena suerte, la necesitaréis!- Dijo el Capitán del ejército portugués.-
Tras esas
palabras sonó la bocina que indicaba la salida. Todos estábamos listos sobre
los caballos, defendidos con una armadura y con espada en mano. Yo, que estaba
en primera fila observaba todo el ejército que teníamos delante de nuestros
ojos, nos doblaban o triplicaban en número, ¿en serio teníamos posibilidades? Eché
un último vistazo a la pulsera y adelanté con mi caballo. Miré al frente y había
muchísima gente luchando ya, todo era un grandísimo baño de sangre; Habían
pasado apenas cinco minutos y ya había una cantidad abundante de muertos. Respiré
hondo y tragué saliva, comencé a galopar hacia el centro preparado para todo lo
que pase. El único problema era que en los ensayos no había que matar a
personas pero aquí sí, puede que otras personas sí, pero yo no puedo mirar a
una persona a los ojos y luego quitarle la vida, simplemente no puedo. Pero
tendré que hacerlo si quiero vivir algo más de un día aquí. Antes de lo que
imaginaba me encontraba en medio de la gente esquivando los golpes que otros
trataban de darme. Sonó un cañonazo por parte de los portugueses, luego otro,
nos estaban bombardeando. Miré al cielo y divisé una bala de cañón aproximándose
cada vez más y a más velocidad, cogí el caballo y me fui rápidamente. Ahora
toca seguir luchando y no dejarse vencer.